Pronto llegara... Piratas del Caribe: En el fin del mundo
La tercera podría ser la última entrega de una saga que revivió un clásico género hollywoodense, convirtió a Johnny Depp en un ídolo de masas, puso en el mapa a Keira Knightley y a Orlando Bloom e hizo millones de dólares en todo el mundo. ¿Qué nos depara Piratas del Caribe: En el fin del mundo? Aquí un mapa del tesoro. Antes del lanzamiento, en 2003, de La maldición del Perla Negra, el desembarco del filme era percibido con mucho escepticismo en los círculos hollywoodenses. Después de todo, la película no sólo estaba inspirada en una atracción de Disneylandia: en la memoria de los cinéfilos y los poderosos de la industria, aún estaba fresco el recuerdo de dos cintas de piratas que, a pesar del buen pedigrí de sus realizadores, resultaron una catástrofe absoluta. La primera, Pirates de 1986, fue una vergüenza absoluta a pesar de haber sido dirigida por Roman Polanski y protagonizada por Walter Matthau. La segunda, La pirata de 1995, protagonizada por Geena Davis, era aún más insufrible –el director, Renny Harlin, tenía Duro de matar 2 bajo su brazo–. Para ahora, todos sabemos que la primera “peliculita de piratas” del multifacético Gore Verbinski (Tennessee, 1964) se transformó no sólo en un fenómeno taquillero (cobró un botín de unos $700 millones de dólares en el mundo entero), sino en una de las cintas más apapachadas por la crítica en ese año. El adorable y excéntrico Capitán Jack Sparrow fue el vehículo ideal para que Johnny Depp desplegara su creatividad histriónica y recibiera una nominación al Oscar: era un personaje con dudosa moral, aún más misteriosos hábitos de higiene, un acento que arrastraba las palabras entre ríos de ron y el porte de un payaso o un borracho. Se le unían la deliciosamente aguerrida Keira Knightley como Elizabeth Swan y Orlando Bloom como Will Turner. Este trío de inmediato capturó los corazones e imaginación de espectadores jóvenes y viejos en los cinco continentes. El género de aventuras marinas, que se encontraba en coma, fue revivido, haciendo eco a aquella película cincuentera muy ñoña pero entrañable: Crimson Pirate con Burt Lancaster.
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