Análisis de videojuegos: Final Fantasy IV
El juego que supuso un punto de inflexión en la saga, mucho antes del famoso séptimo capítulo, vuelve a nuestras pantallas en forma de una versión para Nintendo DS Un aspecto único de Final Fantasy IV es la cantidad ingente y variada de personajes que llegaremos a controlar en la historia. Son decenas de ellos, cada uno con una personalidad y habilidades bien definidas. Se da el caso que para el juego original se descartó parte del entramado argumental inicialmente previsto por restricciones de tiempo y presupuesto. Sin embargo, el juego que recibe Nintendo DS enmienda este agravio y podemos disfrutar al fin de la obra completa.Lo primero que salta a la vista una vez comenzada la partida es el remozado aspecto gráfico que luce la obra. Al principio se nos presenta ante nuestros ojos un vídeo donde se nos pone en antecedentes mediante una sucesión de bellas imágenes que supone un primer acercamiento al elenco de personajes. Un detalle muy de agradecer y que le confiere un aspecto muy atractivo es la inclusión de ambas pantallas en la presentación del vídeo, creando la ilusión de que es una sola pantalla panorámica orientada verticalmente. Realmente espectacular. El otro aspecto gráfico que resalta es la total conversión del juego a las tres dimensiones. Todo, desde los escenarios hasta los personajes, objetos, etc. está modelado en 3D para disfrute de nuestros ojos. Un tema importante: si bien en el vídeo de presentación (y en los siguientes que van desgajando el argumento) los personajes lucen un aspecto completamente realista y estilizado, los que vemos en el juego en sí son versiones “deformadas” de los mismos, que recuerdan mucho a sus equivalentes de clásicos como Final Fantasy VII de PlayStation. Es un detalle que “choca” al principio, pero que es asumido de una manera natural a medida que avanza el juego. No le resta para nada puntos en cuanto a calidad. Es más, ese aspecto gráfico un tanto “retro” de seguro agradará a los aficionados más veteranos de la saga, que verán en él una manera de recordar viejas batallas pasadas. El argumento del juego gira en torno a Cecil, un caballero negro del ejército de Baron, una monarquía dirigida por un rey déspota y deseoso de poder. El monarca quiere conseguir a toda costa todos los “cristales elementales” que hay repartidos por el mundo. Para conseguirlo envía a sus ejércitos, que arrasan a todo y todos a su paso y cuyo único objetivo es hacerse con las preciadas gemas. Cecil, después de conseguir el cristal de agua, se siente culpable del sufrimiento de pueblos inocentes y cuestiona los métodos del rey. Éste, en represalia, le quita el rango y honores y lo envía a una misión suicida en compañía de amigos y aliados. Más adelante conocerá al que será su enemigo real durante el juego, Golbez, al que deberá derrotar a toda costa. Éste es nuestro punto de partida de una aventura que se nos antoja antológica y de proporciones épicas. Un tema a destacar es la linealidad del argumento. Hay poquísima libertad en cuanto a investigar caminos alternativos a la trama principal. A eso hay que añadir la poca variedad de misiones paralelas, lo que confiere al juego un grado de rejugabilidad un tanto limitado. Cambiando de tercio, el apartado de audio es impecable. Como ya hemos mencionado, la calidad de la banda sonora es impresionante. También es más que destacable la inclusión de diálogos hablados en las escenas importantes. La calidad de las voces de la versión japonesa que hemos probada es impecable y a la altura del producto final.
Final Fantasy IV marcó un antes y un después en la serie que iniciara hace ya 20 años la entonces Square (a secas). Aspectos de los juegos que se han convertido en “marca de la casa” dieron sus tímidos primeros pasos en este juego. Características como el “Active Time Battle”, los elaborados guiones donde los personajes principales alcanzaban cotas de protagonismo inusitadas y nunca vistas hasta el momento, o la utilización al máximo de la tecnología que ofrecía la máquina sobre la cual corría el juego. Todos ellos se han estado utilizando hasta recientes capítulos de la saga, ampliándolos o desarrollándolos de acorde a los tiempos.
Y qué decir de la música de este juego. El tema principal es un clásico absoluto del mundo de los videojuegos, y consagró a Nobuo Uematsu, su compositor, en la élite de su profesión. Es un tema que se reconoce inmediatamente al escuchar sus primeros compases, y tiene el poder de quedarse en nuestra mente por mucho tiempo, incluso después de haber dejado de jugar a Final Fantasy IV.
En resumidas cuentas, nos encontramos ante una muy buena versión de un juego clásico que nos ha causado una excelente impresión. La única “pega” es la de siempre. Ya son demasiadas versiones de (por otra parte buenísimos) juegos antiguos las que nos trae Square Enix. Por lo demás, tremendo juego, tremendo “remake"
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